31 ene 2021

Piedra

 24. Se mezclan las historias y no sé si te he contado que estuve viviendo unos años en Toledo. Visítala siempre que puedas. Es seca, porosa como la piedra que la envuelve, y te llena por dentro. Nunca vuelves a olvidarla. Acompañada por Julio Porres y sus Historias de las calles de Toledo, deambulaba en las tardes calurosas de verano, cuando todo era silencio y pesadez, entre rincones impenetrables llenos de murmullos secretos apenas apagados. Solo resonaba contra las calles el eco anaranjado de mis pasos. A veces, se conjugaban los siglos y se cruzaban deteniendo mis pensamientos algún cura o algún grupo de monjas silenciosas camino de su convento. Vagar por la ciudad te hacía sentir la emoción de retroceder en el tiempo.

Vivía en el altillo de una antigua casa blanca toledana, rehabilitada, de estilo romano, con su patio siempre fresco de pozo cristalino, todo madera y plantas en cada esquina. Las ventanas miraban al patio, para aprovechar durante el estío el frescor de la piedra y el agua. 



Allí es dónde di un giro total a mi vida; me instalé y  volví a estudiar, como nunca antes lo había hecho, con una ansiedad por aprender que me tenía siempre en vilo. ¿Qué lo hizo posible? Tenía absoluta confianza en mis posibilidades, y la fe en uno mismo es un tesoro escaso que siempre te lanza a lo imposible. 

25. Debes saber que siempre te echo de menos. Añoro tus ojos, tus besos, tu amor cada segundo. Pero, sobretodo, añoro tu risa. Eres un cascabel que llena mi alma de esperanza. No dejes de reir, aunque no esté a tu lado. Y es que tu risa me llega siempre, como rayo de luz inmutable a través de las sombras, llenándome de tranquilidad. 


26. Hubo muchas veces en que quise morir (la adolescencia es un laberinto complejo). Soñaba con dejarme caer y, suavemente, subía hasta la esquina mas elevada de mi habitación para verme desde allí, tumbada como una hoja seca. Pero forma parte de la vida oscilar entre el sufrimiento y la felicidad. No lo digo yo, lo han dicho poetas tan inmortales como Lord Byron ("el hombre es un péndulo entre la sonrisa y el llanto). Es cierto. Pero lucha siempre hasta el final, y es que al igual que en una película clásica, debes de saber que lo bueno tarda en llegar. Yo había pasado de los cuarenta cuando te conocí.